miércoles, 6 de mayo de 2009

Lo que dejó la Feria de Sevilla.



















Conozco a algunos que se dejaron la voz en la feria de Sevilla y aún a fecha de hoy no la recuperan.

Otros dejaron la billetera y las mensualidades que tenían que pasarle a los hijos.
Aún más, sé de terceros y cuartos que pidieron préstamos considerables en el banco para asistir durante toda la semana a la susodicha.

Otro grupo, que no sé cómo clasificar para decirlo finamente: los más consecuentes con la actualidad española y en consonancia con la crisis pero ya estos más vivos que los primeros, tuvieron la fuerza de cara de presentarse en las casetas que pudieron meterse y sentarse donde algún amigo para que aquel corriera con los gastos.

Otros, menos afortunados pero con obligaciones con los hijos les tocó porque no puede decirse de otra forma andar y andar por esas calles que se hacen interminables entre tanta gente que se opone a tu paso. Todo el camino padeciendo los encontronazos de los que regresaban de la divertida jornada, Claro los feriantes cargaban la contentura unos más contentos que otros oponiéndose todos, al paso irreverente y sin elegancia que te deja la Feria por esos caminos llenos de albero mojado y olores perfumados. Sí me refiero a las heces de los pobres caballos cansados de tanto repetirse de un lado a otro, exhibiendo su brio y también su agonía. Locos por terminar la semana. Este grupo de gente menos afortunada, aún hoy se queja de los callos en los pies que surgieron de la caminata hasta la maldita calle del Infierno. Los pobres al llegar allí palidecieron una vez más como cada año al enfrentarse con las colas y los precios.

Algunos siguiendo sus instintos salieron de Sevilla para aprovechar el puente y el buen tiempo.

Muchos otros sólo vieron la feria de lejos desde sus casas, en la tele.

Desde mi modesta opinión de agnóstica sobre la forma de pasárselo bien en la Feria de Sevilla creo que estos dos últimos grupos de sevillanos fueron los más listos.

No quiero ser agua fiestas y nunca mejor dicho pues se supone que la Feria de Sevilla sea una gran Fiesta. Por un lado sí que lo es: una Fiesta donde se reúne la gente de todos lados para compartir y gastar lo que tienes y lo que no. Como acontecimiento cultural y tradicional de Sevilla vale, pero si hubiera podido escoger en esta vida o en la otra me sigo quedando con los dos grupos que no fueron a la feria. Seguramente que tienen en el bolsillo un poquito y digo sólo un poquito, de más cuartos sin hipotecar que los que asistieron a la encantadora FERIA en SEVILLA.

Y Que nadie se lo tome a la tremenda. El que quiera que siga gastándose los cuartos en la FERIA pues al final los caballos que tanto se curran la Feria se merecen la vida que supongo le dan unos meses antes de Abril sus dueños para estar bien guapitos. Eso sí se lo agradece una servidora a los feriantes.

De haber nacido caballo al saber que se aproxima la fecha de la Feria hablo con mi médico y le digo que estoy DEPRIMIDA nada más d eimaginarme lo que me espera esa semanita de Abril.

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