El azúcar de cristal por fin logró escapar
de su bote reluciente, estaba muy sonriente.
Si su sueño no cumplía pensaba que moriría
y a una mesa que calló de almíbar la ensució.
de su bote reluciente, estaba muy sonriente.
Si su sueño no cumplía pensaba que moriría
y a una mesa que calló de almíbar la ensució.
Impulsado en su empeño quería lograr su sueño,
ver a una llama ardiente rechinaba su diente.
Mientras al fuego veía, hirviendo se relamía.
La osadía casi paga si la brisa no la apaga.
El viento lo levantó lejos y el granito se perdió
la abejita laboriosa lo vio sobre una rosa.
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