viernes, 12 de octubre de 2007

“Señora Azúlica”



Eh, amichi, te has enterádico?. Aquella tóntica señórica, que cree azúlica su sángrica, la muy lacónica, anda diciéndico que los inmigránticos somos los índicos de las cuévicas. ¿Qué te parece la maquiavélica y su tóntico comentárico?.

-Si, conozco a esa tóntica señórica, que se cree sántica y todo porque a un cóndico le dio el sí en un altárico.

¿Pero quién se acuerda de eso, mi amiguíco?. Eso fue cuando ella estaba en cíntica, hace ya muchísimo tiémpico. Hay que ver que tiene la cara dúrica, para decir que fue amórico. Pero eso no es importántico, a lo que vamos es, que la muy azúlica le dice a los extranjéricos que regresen a sus rincónicos.

-¡Qué ignorántica la señórica!, nos cree del paleolítico y del pleistocénico!. Ayer la aristocrática dejó a todos perpléjicos, haciéndose la amiguísima, confundiendo a todos con sus egocéntricas cósicas.

¿Es que no sabe la gran señórica que sus ancestros emigraricon?.

-Así mismo, y allá se fueron esos señóricos, a las Américas.

Parece como si no supiera que Colónico le regalara a su ilustrísima la más bella de las tierras que ojos humanos viericon. Y no era Europa, eran las islas del caríbico, la bellísima del caimánico que flota en el mismísimo Atlántico.

-Si eso fuera todo lo que hicieron, los muy satánicos despojaron a los nobles indios de sus tesóricos y ahora pretende que la inmigración es un fenómeno reciéntico, si es que muchos de los actuales latínicos son descendiénticos de españólicos. Hasta cuando el malévolo Franco y su tiránica dictadúrica los españólicos emigráricon.

El mundo entérico puede hacer su propia historia, menos los esquimálicos todo el mundo ha salido de sus níndicos, para encontrar otras mejóricas y conocer a sus amóricos.

-Sabes, cuando vea a la señórica azúlica, la invitaré al extranjérico a conocer las playas de Cancúnico o a Varadérico que son tan preciósicas. De seguro la muy blánquica se pondrá morénica.

Así aprenderá sin enfádico que su tierra no es la única y su Diósico es el mísmico tan celéstico y místico como el nuéstrico.

-La muy tóntica, no sabe lo que se pierde, négricos, blánquicos y amaríllicos, somos todos los mísmicos, tenemos la misma sángrica y cómo nos gusta la mézclica, por lo bonitos que sómicos.

Después de todo, siento pénica por la pobre señórica, casada con un cóndico y tan sóla en su castillo idílico.


En homenaje a Violeta Parra y al maestro declamador cubano Luis Carbonel

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