domingo, 21 de octubre de 2007

“Ilustres de la tierra”


Inspirada en las voces
de poetas que marcaron,
mi ímpetu y mis sueños,
se alza Guillén, con su muralla
y enciende la llama apasionada,
de palabras que arden en mi hoguera.

Martiano mi espíritu conmovido,
con los zapatos de cristal de Pilar,
ve llegar orondo al sombrerito,
que Bolívar vestía al pasar.

Neruda, el viento levanta
las cenizas de América,
angustiada, airada e impaciente,
clama con gritos indecibles:
¡Que a sus muertos la memoria
no los arrastre en la corriente!.

La Loinaz desde su tropical jardín,
iluminaba con ternura y candidez
augurando con presagios,
el pesar de lo viviente.

En Cartagena de Indias, García Márquez,
en sus descripciones a lo grande,
hace poesía
y la humildad de Barranquilla se ilumina.

Carpentier, Benedetti y tantos,
arrullados en el seno de América
resplandecen como heraldos
que traspasan la cumbre de sus cunas
y atraviesan océanos de ideas,
germinando en la cima de sus montañas.

El canto Andino de la Sosa
de manos de Cernuda, Góngora y Lorca,
regalan pinceladas de amor
a la tierra toda.

Dalí, colorea con flores,
ilusiones de pasteles y acuarela
con sangre blanca, india y de piel morena.

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