lunes, 28 de julio de 2008

La publicidad, un mal de este siglo.

Que desagradables y pesadas se ponen las teleoperadoras que venden cualquier cosa, aún más las de la Tienda en Casa. Qué me dicen de los detergentes que promocionan directamente tocando en la puerta de tu casa o la publicidad a la cara para que cambies de compañía telefónica e internet.

Con qué autorización hacen uso de los números privados o tocan a tu puerta sin ser invitados. Bastante tiene el cliente o el consumidor de determinados espacios televisivos con comerte la publicidad a pulso y los comerciales obligados a diario. Es que acaso no te roban suficiente tiempo sin pedir autorización a cada televidente desde sus casas. Los poderosos se creen que todo lo pueden y además pretenden caer bien.

No es fácil la paciencia que tienes que tener para no dar una respuesta desafortunada lo mismo a la teleoperadora que sólo hace su trabajo que al comercial de a pie. Aún cuando estás diciendo que NO continúan insistiendo hasta el cansancio.

Deberían ser mejor pagados estos comerciales y la mejor campaña de su producto sería regalando éste en el lugar adecuado. Si hablamos de teléfonos que la publicidad se acompañe de un gran cartel donde se regalen estos cuando vayas a recargar el propio.
Si es detergente en la puerta del super. Qué ama de casa no lo llevaría y claro que lo probaría gustosa.

Suena el teléfono y dejas de hacer lo que sea que estás haciendo para contestar a tiempo y no se caiga la llamada, más aún si estás esperando alguna noticia. Contestas y lo primero que escuchas es una longaniza de facultades divinas que le confieren a los cosméticos, cremas adelgazantes o a cualquier producto que comercializa el Corte Inglés.

Tú no quieres seguir escuchando y te apena que la mujer se tome tantas molestias y explicaciones largas con tantos datos y crearle a ella falsas espectativas. Amablemente intentas interrumpir a la interlocutora que no respira con tal de no dejarte hablar. Cuando al fín logras decir algo, sin recuperar el aliento interceden por el producto como si de sus propias vidas se tratare.
Qué pesadas se ponen cuestionando cada "no me interesa su producto por el momento o "no estoy interesada". Bueno y explíqueme qué razón tiene para no probarlo....y qué le cuesta...etc. Son un rollo largo y denso .

Aunque no me gusta colgar sin más el teléfono o no abrir la puerta a desconocidos confieso que de hacerlo más a menudo perdería menos tiempo y me sentiría menos incómoda durante el día.

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