martes, 8 de enero de 2008

"A los que emigran"

Muchos de nosotros pensamos de jóvenes que es maravilloso vivir en el extranjero. De hecho ha sido el un sueño de tantos hasta el punto de dejar de hacer cosas que pudieron ser de importancia para sus vidas. Algunos incluso dejan su juventud en el intento o dejan pasar a su pareja de toda la vida y otros renuncian a sus familias y apellidos para conquistar por decirlo de un mejor modo otras vidas. No siempre consiguieron estas personas sus sueños, mas de uno se arrepiente, sobre todo cuando pasa el tiempo y no se recupera lo perdido, porque los años no pasan por gusto.

La realidad es que lo ideal es vivir en el país donde has crecido, sobre todo si te haces un hombre o mujer en éste, por muchas razones y una de ellas es que es donde tienes toda tu familia y amigos, donde creces y adapta todo tu organismo al medio que te rodea. No es lo mismo emigrar cuando eres un niño o aún muy joven, porque en este entonces todo puede moldearse, de lo contrario te arriesgas a extrañar toda la vida lo que has dejado atrás. Por otro lado nunca sentirás que perteneces a ningún sitio porque es muy difícil convivir en un medio totalmente diferente, demoras años en adaptarte a la nueva vida y si retornas alguna vez a tu tierra y tienes la posibilidad de permaneces tiempo en ella te parecerá que tampoco ya perteneces a ella. Es muy complicado. Lo ideal es como decía al principio, poder conocer otras tierras sin que ello signifique desarraigarse de la propia.

Lo que pasa es que la vida no es nada fácil, y lo ideal es muy pocas veces por no decir casi siempre lo que menos se cumple y aunque quieras vivir en tu tierra y no marcharte necesitas vivir tu propio sueño porque cuando decides en tu corazón y mente que partirás jamás piensas en la tortura que puede ser para tu vida ser emigrante. Nuestros padres y abuelos vivieron este fenómeno que es tan antiguo como la misma tierra y terminaron sus días añorando poder regresar alguna vez. Claro que no siempre conocemos de primera mano esos sentimientos que muchos se lo llevaron con ellos a la tumba y otros con mas suerte al menos pudieron expresarlo.

Muchos ejemplos de emigración y también de destierro recoge la historia como es el caso del pueblo judío que aún hoy emigra, blancos, negros, asiáticos e indios todos lo hemos sufrido de alguna manera y siempre termina repercutiendo en la sociedad y la familia.

A todos ellos y a todos los que por una razón u otra han tenido que partir de sus tierras natales, les dedicamos este pequeño homenaje en nuestro blog , en la poesía de Gertrudis Gómez de Avellaneda poetisa cubana y una gran mujer de su tiempo quien vivió en su carne alejarse de la tierra en que nació. A pesar de lograr algunas espectativas de su vida profesional y personal nunca consiguió liberarse de su pasado en la tierra que la vio nacer.

"LA VUELTA A LA PATRIA" (Gertrudis Gómez de Avellaneda)

¡Perla del mar! ¡Cuba hermosa! Después de ausencia tan larga
que por más de cuatro lustros conté sus horas infaustas,
Tomo al fin, tomo a pisar tus siempre queridas playas,
de júbilo henchido el pecho,De entusiasmo ardiendo el alma.
¡Salud, oh, tierra bendita, tranquilo edén de mi infancia,
que encierras tantos recuerdosDe mis sueños de esperanza!
¡Salud, salud, nobles hijos de aquesta mi dulce patria!...¡
Hermanos, que hacéis su gloria!¡Hermanas, que sois su gala!
¡Salud!... Si afectos profundos traducir pueden palabras,
por los ámbitos queridos .Llevad¡ brisas perfumadas
que habéis mecido mi cuna entre plátanos y palmas!,
Llevad los tiernos saludos que a Cuba mi amor consagra.
Llevadlos por esos campos que vuestro soplo embalsama,
Y en cuyo ambiente de vidaMi corazón se restaura:
por esos campos felices, que nunca el cierzo maltrata,
y cuya pompa perenne melifluos sinsontes cantan
esos campos donde la ceiba hasta las nubes levanta
de su copa el verde toldo que grato frescor derrama:
Donde el cedro y la caoba confunden sus grandes ramas
y el yarey y el cocoteroSus lindas pencas enlazan...
donde el naranjo y la piña vierten al par su fragancia;
donde responde sonora a vuestros besos la caña;
donde ostentan los cafetos sus flores de filigrana,
y sus granos de rubíesY sus hojas de esmeraldas.
Llevadlos por esos bosques que jamás el sol traspasa,
y a cuya sombra poética, do refrescáis vuestras alas,
se escucha en la siesta ardiente cual vago concento
de hadas la misteriosa armonía de árboles, pájaros, aguas,
que en soledades secretas, con ignotas concordancias,
susurran, trinan, murmuran, entre el silencio y la calma.
Llevadlos por esos montes, de cuyas vírgenes faldas
se desprenden mil arroyos en limpias ondas de plata.
Llevadlos por los vergeles, llevadlos por las sabanas
en cuyo inmenso horizonte quiero perder mis miradas.
¡Llevadlos férvidos, puros, cual de mi seno se exhalan
aunque del labio el acento a formularlos no alcanza,
desde la punta Maisí hasta la orilla del Mantua;
desde el pico de Turquino a las costas de Guanaja!
Doquier los oiga ese cielo, al que otro ninguno iguala,
y a cuya luz, de mi mente revivir siento la llama:
Doquier los oiga esta tierra de juventud coronada,
y a la que el sol de los trópicos con rayos de amor abrasa:
Doquier los hijos de Cuba la voz oigan de esta hermana,
que vuelve al seno materno después de ausencia tan larga
con el semblante marchito por el tiempo y la desgracia,
mas de gozo henchido el pecho, de entusiasmo ardiendo el alma.
Pero, ¡ah!, decidles que en vano sus ecos le pido a mi arpa;
pues sólo del corazón los gritos de amor se arrancan.


Gertrudis Gómez de Avellaneda
Nació el 23 de marzo de 1814 en la antigua ciudad de Santa María de Puerto Príncipe, Cuba. Lectora incansable desde una corta edad. Vivió en Cuba hasta 1836 cuando en compañía de su familia salió hacia España. Los sentimientos que esta salida le causaron, quedaron plasmados en su soneto "Al partir". Visitó, antes de llegar a su destino, algunas ciudades del sur de Francia. Pasó algún tiempo en Burdeos y finalmente, una vez establecida la familia en España, residió en varias ciudades y regiones españolas: La Coruña, Sevilla, Madrid. Obtuvo grandes logros en los campos de la lírica y el drama. Sus novelas alcanzaron eventualmente un éxito rotundo. En 1846 se casó con don Pedro Sabater, pero al poco tiempo enviudó. En 1856 se casó nuevamente, esta vez con un político de influencia, Don Domingo Verdugo. Después de veinticinco años de ausencia visitó a Cuba nuevamente. La acogida que le dieron en su patria fue algo fría y se dedicó especialmente en La Habana a empresas periodísticas. En 1863 enviuda nuevamente y aparentemente esto le lleva a una profundización de su espíritu religioso. En 1864 viaja a los Estados Unidos y después regresa a España, ya para nunca más volver a Cuba. En 1865 se establece en Sevilla donde su obra alcanza una verdadera exaltación mística. Muere el 2 de febrero de 1873.

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