domingo, 18 de noviembre de 2007

“El Manantial”


En un frondoso bosque corría un espléndido manantial, sus aguas eran tan claras que los animales pasaban por allí para mirarse en ellas y tan frescas que podían beberse. Las aguas del manantial caían desde una gran altura y a su paso florecían el Mastuerzo y el Nomeolvides, también podían encontrarse algunos Lirios y Marimoñas coloreando el bosque con sus bellos colores.

Las hijas de Zeus, las famosas y encantadoras Náyades, protegían al manantial día y noche y gustaban de tomar largos baños en sus cristalinas aguas. Cuando empezaba a oscurecer emitían misteriosos sonidos que mantenía alejados a los curiosos. Ningún extraño o desconocido por las guardianas del manantial, se atrevían a acercarse, ni siquiera por el bosque.

Todas las noches de luna llena, un unicornio blanco, hechizado por la belleza de las Náyades se paseaba por allí y se aproximaba sigiloso con el pretexto de beber de las aguas y así poder ver a las hermosas guardianas.

El frondoso bosque albergaba en su seno a toda suerte de maravillosas criaturas. Desde setas y hongos hasta gigantes árboles que se mantenían impecables en el tiempo. Allí habitaban todas las especies que el hombre cree desaparecidas de los valles y montañas, éstas han sobrevivido alejadas en aquellos parajes, resguardadas de toda actividad agrícola desarrollada por los hombres.

El manantial le da vida a las hadas y los duendes que retozan con el unicornio, las mariposas en las tardes cuando el sol se esconde, alimentan a las fieras y dan de beber a las flores. El manantial es apreciado por todos los que le conocen , es un privilegio habitar en el lugar. Toda la belleza que se esconde y protege tan celosamente, puede estar en peligro, de enterarse de su existencia inescrupulosos individuos que sólo piensan en sí mismos.

Si se corriese la voz por causa de algún Sinsonte, que como vienen volando desde esas llanuras y llegan al encantado lugar, acercándose a toda peregrina avecilla durante sus largos recorridos, podrían cometer alguna indiscreción. Este comentario perjudicaría a todos los habitantes que permanecen a las orillas del manantial y también desaparecerían, siendo víctimas de la curiosidad de muchos que se sentirían tentados a conocer tanta belleza. Con lo cual, ninguno de estos pequeñines voladores podría volver a mirarse en las resplandecientes aguas del manantial, hecho que lamentarían durante toda su existencia


A los niños corresponde cuidar de la naturaleza y nunca perder la esperanza, pues en aquel encantado lugar aún queda un sitio maravilloso al que un día no lejano, podrán conocer. El único lugar al que no han podido llegar las industrias y los químicos contaminantes. Por eso el manantial sigue siendo un prodigio de la natura. El mágico sitio donde las mansas ovejas pastan con las fieras, y los pequeños insectos y las aves crecen y vuelan junto a las flores que jamás podrían imaginar.

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