miércoles, 19 de marzo de 2008

“El gallego”. Feliz día del padre.

José, el gallego como todos le llaman en su pueblo de Calabazar en una barriada en las afueras de la ciudad de la Habana es un hombre maravilloso, de esos que sólo piensan en trabajar y construir. De esos que saben que la familia es lo más importante y se dedican a ésta con devoción y no necesitan hacerse viejos para comprender lo más esencial de la vida. El amor a los demás.
En las mañanas, es el primero en levantarse e inmediatamente se prepara para ir a las huertas donde trabaja cada día de sol a sol. El gallego tiene tres huertas, cada una con su nombre propio puesto por él mismo, que utiliza constantemente cuando se refiere a ellas. De las huertas saca el mejor provecho de sus tierras obteniendo lo mejor que pueden darle. La tierra también agradece a su fiel labrador, pues forman parte fundamental en su vida diaria. Aún cuando la noche colma la copa de los árboles, el viejo como yo le digo de cariño, está lustrando la tierra y sacándole poesía al tiempo pues no tiene hora para acabar.

Sube a la cima de los árboles frutales con agilidad y destreza cual si fuera un niño sin temor alguno. Abona a la tierra con amor como si alimentara a sus propios hijos, se preocupa de cada detalle. Hasta se pone al día con los nuevos tiempos y prepara abonos orgánicos con sus propias manos. Monta el riego y mira por cada planta para que nada les falte. Aprovecha cada espacio del suelo para la siembra, haciendo terrazas que logra rebajando el nivel del suelo con su habilidoso pico. Intercala semillas de cultivos distintos para que cada uno le aporte lo necesario al otro.

Las plantas agradecidas le dan su fruto a destiempo asombrando a todos. Nadie como él tiene tanta fortaleza. El gallego nunca se queja, su extrema delgadez conserva la energía suficiente para competir con los más fuertes y ni con menos años podrían vencerle. Su fuerza está en su voluntad y su espíritu emprendedor sin igual. Este ser especial, amante de la tierra trasciende a los de su tiempo. Su corazón y la grandeza de su empeño hará que aquella tierra un día grite su nombre.

Este personaje que conmueve con su azul mirada, es real, peina canas que esconde bajo una gorra que cuidadosamente combina a ratos. Es muy jovial y dicharachero, canta, baila y recita y hasta una seguidilla de memoria se sabe con todas las provincias de España. Su añoranza es inmensa, se siente español y cubano.

En su esfuerzo por hacer cosas, construyó un gran muro de piedras para limitar sus tierras de las de sus vecinos. El muro es toda una obra de arte compuesta por piedras de muchos sitios y lugares distantes que le dan colorido y frescor a la zona. Todos aquellos que pasan por el lugar tienen que decir algo en reflexión sobre aquel impetuoso muro que se alza a tres metros del suelo. Su obra de arte no la mueven ni los desafiantes ciclones ni huracanes que acaban con todo, destruyendo todo lo que el tiempo y el sudor de mucha gente que deja caer cada día a su paso en aquella pequeña isla en el medio del mar. El gallego es también un artista y no lo sabe.

Lo que más me asombra es el inmenso amor que profesa a sus árboles, no le preocupa que demoren años en crecer y dar su acariciado fruto como en el caso del Mango o el Mamey. Sin importarle que no los recogerá , riega sus troncos fuertes y poda en su tiempo las ramas que quieren mirar el sol tomando la delantera a las restantes. Atiende a cualquier necesidad de estos porque de sólo mirarlos sabe qué les pasa. Como siempre dice, no siembra para él sino para todos los que vengan después. Su tierra y el sol cada día lo bendicen con su luz y energía vital convertida en fuerza y aliento para continuar a diario con su empeño, con más salud que un toro bravío de los que usan en los encierros de Pamplona. Su gigante legado es conmovedor.

Es un hombre de familia, tiene dos hijos que adora y para los que vive aún con sus ocheinta y dos años, los ha visto crecer y hacerse hombres de bien a los que les ha dejado lo mejor de sí mismo. Ser un gran ser humano y un gran padre, su amor es tan fuerte e imprecedero como la fortaleza de su famoso muro de piedras.

A mi suegro, José el gallego.

martes, 18 de marzo de 2008

“Abuela nana"

Estás tan presente en mis pensamientos que apareces en los sueños pasados y presentes.
Abuela nana de mi corazón cuánto te extraño me haces mucha falta,
te necesito.
Eres y has sido mi madre
un ser humano completo.
Sabia y tarda para decir, directa al hablar y siempre sincera.
Quien te robe cariño será un deudor toda la vida . Me ha pasado a mi, no sé vivir sin ti.